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12 de octubre de 2020: Aniversario mortalidad masiva de peces en el Mar Menor
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12 de octubre de 2020: Aniversario mortalidad masiva de peces en el Mar Menor

lunes 12 de octubre de 2020, 16:57h

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Un año después de que tres toneladas de peces aparecieran muertos en la orilla de la zona norte del Mar Menor, cercana a la localidad de San Pedro del Pinatar, la organización medioambiental Greenpeace denuncia que sigue sin darse pasos en la búsqueda de culpables directos de esta catástrofe medioambiental. Además se muestra realmente preocupada por la falta de soluciones al estado actual de la zona y lucha por que se juzgue el suceso en los tribunales como “ecocidio”.

La ONG se ha unido a la recién constituida plataforma Banderas Negras – Mar Menor Vivo, para intentar sumar iniciativas que pongan freno a los problemas, tan enquistados ya, que está sufriendo este ecosistema.

Los colectivos reunidos en la plataforma convocaron un acto para este lunes, 12 de octubre de 2020, aniversario de la mortalidad masiva de los peces, en memoria del episodio y en defensa del Mar Menor en la Playa de Villananitos en San Pedro del Pinatar.

El gobierno regional atribuyó el suceso del año pasado a los 60 hectómetros cúbicos de agua y sedimentos que la gota fría ocurrida en septiembre de 2019 depositó sobre el Mar Menor. Sin embargo, las organizaciones medioambientales defienden que este desastre se debe al vertido constante de nitratos, proveniente de los abonos químicos, que las explotaciones agroindustriales que circundan el Mar Menor vienen haciendo a lo largo de las últimas décadas.

Batalla jurídica

Ante esta grave situación, el pasado mes de marzo Greenpeace decidió personarse junto a las organizaciones ANSE y Ecologistas en Acción como acusación popular en la causa judicial que ya se había iniciado en diciembre de 2017, como consecuencia de una denuncia de la Fiscalía de medio ambiente, el conocido como caso Topillo.

El objeto de este procedimiento es la presunta comisión de delitos contra el medio ambiente por los vertidos ilegales de aguas cargadas de salmueras provenientes de la utilización de desaladoras ilegales, que habrían sido causa del proceso de eutrofización que afecta a la laguna desde hace años, y que ha desembocado en diversos episodios de anoxia o falta de oxígeno en el agua. La eutrofización ha tenido dos episodios especialmente dramáticos: la “sopa verde” o boom fitoplanctónico del año 2016, en el que murió el 85 % de la pradera submarina por la falta de luz, y la muerte masiva de fauna marina de la que se cumple ahora un año. Estos hechos permiten hablar de un posible delito de “ecocidio” o asesinato del ecosistema entero y abogar por una tipificación expresa de dicho delito.

Las conductas habrían sido cometidas por una pluralidad de empresas agrícolas y agricultores profesionales del entorno del Mar Menor. Asimismo, se está investigando la conducta de algunos ex cargos públicos de la Consejería de Agricultura y de la Confederación Hidrográfica del Segura en relación con el control del uso de abonos nitrogenados y el control de los vertidos de salmueras agrícolas, por si pudiera ser constitutiva de delitos de prevaricación o contra el medio ambiente.

Llueve sobre mojado

El Mar Menor, la laguna salada más grande de Europa y un ecosistema único por sus valores ambientales, se ha convertido en las últimas tres décadas en un aliviadero de vertidos de nitratos y abonos químicos para la agroindustria que lo circunda. Dicha industria es un modelo agrícola hiper intensivo, que ha transformado totalmente la fisonomía del Campo de Cartagena, que circunda al Mar Menor. Desde que en 1979 llegaron al Campo de Cartagena las aguas del trasvase del Tajo, junto con la instalación de desaladoras de agua, la agricultura de secano y la infraestructura de bancales que contenían el agua de lluvias han sido paulatinamente eliminadas. Hoy El Campo de Cartagena es una máquina productiva de cultivo de regadío hiperintensivo y un trampolín de vertidos al Mar Menor. Este modelo ha eliminado las infraestructuras que hacían de barrera de contención de agua y además utiliza grandes cantidades de abonos químicos que terminan en el mar. Son estos vertidos los que han convertido al Mar Menor en una bomba de nutrientes, que han producido un paulatino proceso de eutrofización de sus aguas, que está cercenando la biodiversidad de este espacio único.

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