A ochenta años del lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, líderes de la Cruz Roja hacen un llamado urgente para eliminar las armas nucleares. La declaración conjunta destaca los riesgos persistentes que representan estas armas, recordando el sufrimiento de los sobrevivientes y la necesidad de desarme nuclear. A pesar del aumento en arsenales nucleares y su modernización, hay esperanza con el creciente número de países que apoyan el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. Se insta a los gobiernos a educar sobre los peligros de las armas nucleares y a trabajar hacia su eliminación total, garantizando que nunca se repita la tragedia del pasado.
La reciente declaración conjunta sobre los peligros persistentes de las armas nucleares, con motivo del ochenta aniversario de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, ha sido emitida por el presidente de la Cruz Roja Japonesa, Atsushi Seike, y la presidenta del Comité Internacional de la Cruz Roja, Mirjana Spoljaric.
La frase “Que todas las almas aquí descansen en paz, porque no repetiremos el mal” se encuentra grabada en el cenotafio del Parque Conmemorativo de la Paz en Hiroshima. Este aniversario nos invita a reflexionar sobre nuestro compromiso con esta promesa. ¿Estamos haciendo lo suficiente para recordar los horrores vividos en Hiroshima y Nagasaki? Más crucial aún, ¿son suficientes los esfuerzos actuales para erradicar estas devastadoras armas?
Hace ocho décadas, Hiroshima y Nagasaki fueron arrasadas, resultando en la muerte instantánea de decenas de miles de personas. Las estimaciones indican que más de 540.000 víctimas han sido contabilizadas desde entonces, incluyendo aquellos que han sucumbido a efectos radioactivos a largo plazo. Esta cifra sigue creciendo.
Los sobrevivientes de estos ataques, conocidos como hibakusha, continúan enfrentando las consecuencias físicas y emocionales derivadas del uso de armas nucleares. Muchos siguen recibiendo atención médica en hospitales de la Cruz Roja Japonesa por enfermedades relacionadas con la radiación, lo que subraya las repercusiones duraderas que dejó esta tragedia.
El peligro asociado al uso intencionado o accidental de armas nucleares es una amenaza real y aterradora. En la actualidad, el número total de armas nucleares supera ampliamente al existente hace ochenta años y su potencia ha aumentado considerablemente. La bomba lanzada sobre Hiroshima, equivalente a 15.000 toneladas de TNT, sería considerada hoy un artefacto nuclear menor.
Cualquier uso de armas nucleares representaría un fracaso catastrófico para la humanidad. No existe respuesta humanitaria capaz de mitigar el sufrimiento que ocasionaría una detonación nuclear en áreas pobladas. Además, es altamente improbable que se pueda utilizar un arma nuclear respetando las normas del derecho internacional humanitario.
En vísperas de la Cumbre del G7 celebrada en Hiroshima en mayo de 2023, se emitió una declaración conjunta instando a la comunidad internacional a avanzar hacia la eliminación total de las armas nucleares. Sin embargo, en lugar de progresar hacia el desarme nuclear, se observa un aumento en la importancia asignada a estas armas dentro de las doctrinas militares y una modernización continua de los arsenales atómicos.
A pesar del panorama desalentador, hay motivos para mantener la esperanza. Un número creciente de naciones desea vivir en un mundo libre de armas nucleares; actualmente hay 73 Estados Partes en el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), mientras que otros 25 han firmado el acuerdo.
La experiencia vivida durante los bombardeos atómicos debería ser prueba suficiente para reconocer que las armas nucleares representan un riesgo demasiado grande para ser mantenidas en el mundo actual.
Se hace un llamado urgente a todos los Estados para que se abstengan del uso o amenaza con utilizar armas nucleares, implementen medidas para reducir riesgos y trabajen hacia su completa eliminación mediante el TPAN u otras iniciativas similares. Además, es esencial que los Gobiernos fomenten la educación sobre los peligros asociados con estas armas para asegurar que futuras generaciones nunca olviden el daño inconcebible infligido a las poblaciones civiles.
| Cifra | Descripción |
|---|---|
| 540,000 | Víctimas totales de los bombardeos en Hiroshima y Nagasaki. |
| 15,000 | Potencia en toneladas de TNT de la bomba lanzada sobre Hiroshima. |
| 73 | Número de Estados que son Partes del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN). |
| 25 | Número de Estados que han firmado el TPAN. |
La declaración conjunta tiene como objetivo resaltar los riesgos que aún representan las armas nucleares y hacer un llamamiento a la comunidad internacional para eliminar estas armas devastadoras.
Hace ochenta años, Hiroshima y Nagasaki fueron bombardeadas con bombas atómicas, lo que resultó en la muerte inmediata de decenas de miles de personas y dejó más de 540.000 víctimas a largo plazo debido a los efectos de la radiación.
Los hibakusha son las personas que sobrevivieron a los ataques nucleares en Hiroshima y Nagasaki, quienes continúan sufriendo secuelas físicas y emocionales y reciben tratamiento por enfermedades relacionadas con la radiación.
El número de armas nucleares hoy es mucho mayor que hace ochenta años, y su potencia también ha aumentado significativamente. La bomba lanzada sobre Hiroshima se consideraría una arma nuclear pequeña en comparación con las actuales.
A pesar de los esfuerzos por promover el desarme nuclear, se observa un aumento en la importancia de las armas nucleares dentro de las doctrinas militares y una modernización de los arsenales atómicos.
Se insta a todos los Estados a no utilizar ni amenazar con utilizar armas nucleares, adoptar medidas para reducir riesgos, no contar con ellas como medio de seguridad nacional y trabajar hacia su eliminación total.
Se propone que los Gobiernos impartan educación para sensibilizar a las futuras generaciones sobre los peligros que representan las armas nucleares, asegurando que nunca se olvide el daño causado a la población civil.