Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), advirtió que sin un sólido régimen de no proliferación nuclear, el número de países con armas nucleares podría aumentar de 9 a entre 25 y 30. Destacó la importancia de este régimen como un pilar esencial para la estabilidad internacional y subrayó la responsabilidad tanto de las naciones sin armas nucleares para abstenerse de desarrollarlas, como de las potencias nucleares para controlar su proliferación y avanzar hacia la reducción de arsenales. Sus declaraciones se producen en medio de una creciente preocupación por una posible nueva carrera armamentística nuclear y la crisis financiera que enfrenta la ONU, donde llamó a una reforma seria para recuperar la confianza en la organización.
El director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, ha lanzado una seria advertencia sobre el futuro del régimen de no proliferación nuclear. En sus declaraciones recientes, Grossi enfatizó que el debilitamiento de este marco podría llevar a un aumento significativo en el número de países con armamento nuclear, pasando de los actuales nueve a entre «25 y 30» naciones.
Durante una entrevista con Noticias ONU, Grossi subrayó la importancia del régimen como un «pilar esencial de confianza y previsibilidad» en un mundo cada vez más fragmentado. Este sistema ha logrado que numerosos estados con capacidad tecnológica para desarrollar armas nucleares se hayan «abstenido de hacerlo», aunque el diplomático argentino advirtió que esta situación presenta «una moneda con dos caras».
Grossi explicó que, por un lado, los países sin armas nucleares tienen la obligación de no desarrollarlas. Por otro lado, las potencias nucleares tienen una responsabilidad crucial en la gestión de su propia proliferación. «Es fundamental evitar no solo la proliferación horizontal, sino también avanzar gradualmente hacia la reducción y eventual eliminación de estas armas», afirmó.
Las palabras de Grossi surgen en un contexto donde algunas naciones nucleares han insinuado el inicio de una nueva carrera armamentística, e incluso han considerado reanudar ensayos nucleares. Ante esta preocupación, el director del OIEA hizo un llamado urgente a las potencias para que asuman su papel en la desescalada del conflicto global.
En relación al futuro de las Naciones Unidas, Grossi apoyó firmemente las observaciones del actual Secretario General, António Guterres, quien ha señalado que la organización enfrenta una grave crisis financiera que podría conducirla a la bancarrota. «El diagnóstico del Secretario General es correcto», indicó Grossi al referirse a los problemas económicos que afectan a la ONU.
El director general del OIEA abogó por una autocrítica valiente dentro de la organización: «Debemos tener el coraje de reconocer que las Naciones Unidas no están respondiendo a los desafíos actuales. Es imprescindible llevar a cabo una reforma profunda y seria», expresó.
Grossi destacó que la restricción financiera impuesta por los principales contribuyentes refleja un descontento generalizado con respecto al funcionamiento y efectividad de la ONU. Para revertir esta situación crítica, consideró vital que el próximo Secretario General se enfoque en restaurar la confianza perdida entre los estados miembros.
«Quien ocupe ese cargo debe tener como misión principal establecer un diálogo abierto y honesto», concluyó Grossi, enfatizando así la necesidad imperiosa de reconstruir relaciones sólidas con los grandes contribuyentes para asegurar el futuro de las Naciones Unidas y su capacidad para enfrentar los retos globales actuales.
Rafael Grossi, director general del OIEA, advirtió que si se debilita el régimen de no proliferación, el número de países con armas nucleares podría aumentar de 9 a entre 25 y 30.
Grossi lo calificó como un pilar esencial de "confianza y previsibilidad" en un mundo global fragmentado, destacando que ha logrado que muchas naciones con capacidad tecnológica para desarrollar armas nucleares se abstengan de hacerlo.
Grossi enfatizó que las potencias nucleares tienen la responsabilidad de controlar su proliferación y avanzar hacia la reducción y eventual eliminación de sus arsenales nucleares.
Grossi apoyó la advertencia del Secretario General António Guterres sobre la crisis financiera de la ONU, afirmando que está "en camino hacia la bancarrota" y que es necesaria una reforma profunda para abordar los desafíos actuales.
Propone que el próximo Secretario General debe recuperar la confianza perdida mediante un diálogo abierto y honesto con los grandes contribuyentes.