Más del 90% de la población española reconoce el calor extremo como un grave riesgo para la salud, según una encuesta del Ministerio de Sanidad. A pesar de esta percepción, solo el 30% se considera "altamente vulnerable". El estudio revela que el 80% ha notado un aumento en las temperaturas extremas y el 87% relaciona estas olas de calor con el cambio climático. Los efectos más preocupantes incluyen golpes de calor, deshidratación e insomnio. Además, solo el 23% de las viviendas cuenta con un aislamiento adecuado frente al calor. La encuesta destaca la necesidad de mejorar la sensibilización y protección, especialmente entre los grupos más vulnerables.
El Ministerio de Sanidad ha encargado la realización de una encuesta para evaluar cómo la población percibe el impacto del calor extremo en su vida cotidiana y en su salud. Este estudio, llevado a cabo por la consultora GAD3 entre el 7 y el 14 de julio de 2025 bajo la dirección de la Fundación CSAI, incluye las opiniones de 1.274 personas mayores de 18 años, residentes en todo el país, con un margen de error del ±2,8 % y un nivel de confianza del 95,5 %.
Héctor Tejero, responsable del Observatorio de Salud y Cambio Climático, destaca que “los resultados muestran una clara concienciación social ante los efectos del calor extremo, así como la necesidad de reforzar las medidas de protección y sensibilización frente a este fenómeno cada vez más frecuente en el contexto del cambio climático”.
Ocho de cada diez ciudadanos (80%) han notado un aumento significativo en las temperaturas extremas durante los últimos veranos. Esta percepción es más intensa entre mujeres, jóvenes y aquellos que residen en provincias especialmente cálidas.
Un 87% de los encuestados asocia total o parcialmente las olas de calor con el cambio climático. Además, el lenguaje utilizado influye en la percepción del riesgo: un 47% considera que la expresión “calor extremo” transmite una mayor sensación de peligro que “ola de calor” (27%).
Más del 90% de la población opina que el calor extremo constituye un riesgo grave para la salud. Los efectos más citados incluyen golpes de calor o desmayos (84%), deshidratación (83%) e insomnio o fatiga (70%). Otros síntomas mencionados son náuseas o mareos (58%), empeoramiento de enfermedades crónicas (56%) y confusión o desorientación (52%).
Las personas mayores de 65 años tienden a relacionar el calor con el agravamiento de patologías crónicas, mientras que los jóvenes destacan síntomas inmediatos como irritaciones cutáneas o malestar general. Un 30% se considera altamente vulnerable al calor extremo.
El 69% identifica a las personas mayores de 65 años como el grupo más vulnerable. Dentro de este colectivo, un 81% se reconoce como parte del grupo en riesgo, principalmente debido a su edad, uso de medicación (26%) o enfermedades crónicas (20%).
Otros grupos considerados vulnerables incluyen trabajadores al aire libre (57%), niños menores de cinco años (38%), personas con enfermedades respiratorias (28%), embarazadas (13%), personas sin hogar (19%) y aquellos sin aire acondicionado o con bajos ingresos (10%). Entre quienes pertenecen a algún grupo en riesgo (55% de la población), un 31% se siente poco o nada vulnerable ante el calor extremo.
Apenas el 23% de las viviendas en España cuenta con aislamiento térmico adecuado contra el calor extremo. Los recursos más comunes son ventiladores (72%), toldos o persianas (69%) y aire acondicionado (55%). Sin embargo, existen marcadas desigualdades: en hogares con ingresos altos, el uso del aire acondicionado alcanza el 62%, comparado con solo el 47% en aquellos con menor renta. Solo un 14% de estos últimos dispone además de un buen aislamiento térmico.
Asimismo, un 3% carece totalmente de recursos para mitigar el calor, cifra que asciende al 11% en áreas frescas del país.
El 57% ha recibido o consultado información oficial sobre el calor extremo, principalmente a través de televisión (35%) y sitios web oficiales (16%). Otros canales relevantes incluyen redes sociales (10%), centros de salud (9%) y familiares o cuidadores (7%).
AEMET es mencionada por un 36% como fuente principal junto al Ministerio de Sanidad con un 25%. La valoración sobre la utilidad recibida es alta: un 90% considera útiles los mensajes informativos, destacando especialmente aquellos emitidos por servicios sociales (95%), radio (94%) y páginas web oficiales o centros sanitarios (92%).
Casi cuatro décimas parte consulta pronósticos meteorológicos con mayor frecuencia durante verano; esta práctica es aún más común entre quienes han padecido problemas relacionados con el calor (57%) y residentes en zonas calurosas interiores (45%). Tejero concluye que “la encuesta trae una buena noticia: existe un alto grado conocimiento sobre cómo afecta el calor a la salud y su relación con el cambio climático. No obstante, persisten retos futuros como aumentar la autopercepción sobre vulnerabilidad y desarrollar políticas públicas que faciliten una mejor adaptación térmica en hogares, especialmente entre los menos favorecidos económicamente”.
| Cifra | Descripción |
|---|---|
| 90% | Población que considera el calor extremo como un riesgo grave para la salud. |
| 30% | Población que se considera altamente vulnerable al calor extremo. |
| 80% | Ciudadanos que han notado un incremento notable de temperaturas extremas. |
| 25% | Población que ha sufrido problemas de salud durante una ola de calor. |
Más del 90% de la población considera que el calor extremo representa un riesgo grave para la salud.
Solo un 30% de la población se considera «altamente vulnerable» al calor extremo.
Los efectos más mencionados son: golpes de calor o desmayos (84%), deshidratación (83%) e insomnio o fatiga (70%).
El 69% de la población identifica a las personas mayores de 65 años como el grupo más vulnerable, seguido por trabajadores al aire libre (57%) y niños menores de 5 años (38%).
Solo el 23% de las viviendas en España dispone de aislamiento térmico adecuado frente al calor extremo.
El 57% de la población ha recibido o consultado información oficial sobre el calor extremo.