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El 3 de octubre de 2015, el hospital de traumatología en Kunduz, Afganistán, fue devastado por ataques aéreos estadounidenses que resultaron en la muerte de 42 personas. A diez años del ataque, la ciudad ha inaugurado un nuevo centro de trauma que ofrece atención médica vital, pero la memoria del horror y la demanda de justicia persisten. Este nuevo hospital, que cuenta con 79 camas y servicios integrales para lesiones traumáticas, refleja los cambios en las necesidades médicas de la población local tras el conflicto. Médicos Sin Fronteras continúa su labor humanitaria en la región, asegurando atención sin distinción por raza o creencias. La historia del hospital es un recordatorio del impacto duradero de la guerra y la importancia de la rendición de cuentas.