La situación en Gaza se ha vuelto crítica, especialmente para las mujeres que enfrentan el peligro y la muerte en su búsqueda de alimentos. La ONU destaca la necesidad urgente de levantar las restricciones impuestas por Israel para permitir una distribución humanitaria adecuada. Historias desgarradoras emergen, como la de Abeer Safi, quien arriesga su vida para alimentar a sus hijos tras perder a su esposo en el conflicto. Niños como Mohammed Mudaris, que perdió a su padre en un bombardeo, ahora deben cuidar de sus hermanos menores mientras buscan comida. Las condiciones de vida han llevado a un aumento alarmante de desnutrición y muertes por hambre, con al menos 147 fallecimientos reportados hasta ahora. La falta de un sistema justo para distribuir la ayuda humanitaria agrava la crisis, dejando a miles en riesgo inminente de hambruna.
Conseguir alimentos en Gaza se ha convertido en una lucha diaria marcada por el peligro y la desesperación. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuenta con los recursos necesarios para distribuir asistencia humanitaria de manera segura, pero insiste en la necesidad de levantar las restricciones impuestas por Israel que limitan la entrada y distribución de suministros esenciales. Los habitantes de Gaza claman por que la ONU asuma el control de la entrega de ayuda.
Abeer Safi, una mujer desplazada del barrio Zeitoun, narra su angustiante experiencia: “Antes recibía fácilmente la ayuda distribuida por la ONU. Ahora, no recibimos nada. Arriesgo mi vida yendo al cruce de Zikim y regresando con una bolsa vacía. Lo único que quiero es volver con mis hijos con algo de comida”. Tras perder a su esposo en el conflicto, Abeer enfrenta sola la responsabilidad de alimentar a su familia en medio del colapso humanitario.
En las calles de Gaza, miles se agrupan en busca de ayuda. La escena se ha vuelto habitual: hombres, mujeres y niños desfilan demacrados hacia el norte, donde esperan recibir algo de alimento. La llegada de camiones con suministros es un evento cargado de tensión, donde cada persona sabe que conseguir comida puede costarles la vida.
La situación se complica aún más por el caos y el riesgo constante. Fayza al-Turmisi, desplazada desde Shuja’iyya, describe cómo vive esta realidad: “Nos disparan proyectiles y balas. Nos obligan a tumbarnos en el suelo. Me escondo entre más de 200 hombres; si levantas la cabeza, te alcanzan”.
La desesperación también afecta a los más jóvenes. Mohammed Mudaris, un niño de siete años, cuenta cómo perdió a su padre en un ataque aéreo reciente. Sin tiempo para llorar su pérdida, ahora debe cuidar de sus hermanos menores mientras busca comida: “Soy el mayor de mis hermanos. Mi padre murió ayer en un ataque aéreo. Intento pedirle a alguien que me dé un plato de harina o algo para comer”, relata con voz temblorosa.
Las mujeres son quienes enfrentan estos riesgos diariamente debido a sus responsabilidades familiares. Asma Masoud, desplazada del norte de Gaza, comparte su historia: “Nunca recibimos la ayuda que nos corresponde. Mi esposo está paralizado y hay viudas como yo que no pueden alimentar a sus hijos”. Ella denuncia que algunos jóvenes venden los alimentos a precios exorbitantes, lo que dificulta aún más su acceso.
Asma hace un llamado urgente para establecer un sistema justo que garantice una distribución equitativa: “La ayuda debería distribuirse por mensajes de texto para que cada persona necesitada reciba su parte”, propone.
Abeer coincide con Asma al expresar su frustración ante el actual sistema caótico: “Los beneficiarios ahora son, en su mayoría, ladrones”. Esta situación deja atrás a muchas familias vulnerables como Maqboula Adas, quien cuida a su esposo herido y a su hijo con una pierna rota: “Nadie nos apoya excepto Dios”, lamenta.
En medio del sufrimiento humano surgen escenas desgarradoras; una carreta tirada por caballos transporta los cuerpos sin vida de palestinos fallecidos mientras buscaban ayuda. Las ambulancias llevan heridos desde las zonas más afectadas mientras otros jóvenes cargan sacos de harina sobre sus espaldas arriesgando sus vidas.
Gaza enfrenta un alarmante riesgo de hambruna; los niveles de consumo alimentario están en sus peores cifras desde el inicio del conflicto actual. Según informes recientes, al menos 147 personas han muerto por hambre y desnutrición, incluidos 88 niños. Más de 28.000 casos graves de desnutrición aguda han sido registrados entre menores.
A pesar del compromiso internacional para facilitar el flujo humanitario, las restricciones continúan obstaculizando la llegada efectiva de alimentos y combustible a quienes más lo necesitan. La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos ha documentado numerosas muertes ocurridas mientras las personas intentaban acceder a la asistencia necesaria.
Cifra | Descripción |
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147 | Muertes por hambre y desnutrición reportadas hasta el momento. |
88 | Número de niños entre las muertes por hambre y desnutrición. |
28,000 | Casos de desnutrición aguda grave en menores de edad registrados. |
Las mujeres en Gaza enfrentan un grave riesgo al intentar conseguir comida, arriesgando sus vidas debido a la violencia y el caos. Muchas son responsables de mantener a sus familias y se ven obligadas a salir a buscar ayuda humanitaria en medio de bombardeos y disparos.
Las personas que buscan ayuda enfrentan hacinamiento, disparos y la muerte inminente. La distribución caótica de la ayuda ha llevado a que muchos resulten heridos o mueran mientras intentan acceder a los suministros alimentarios.
Las mujeres desplazadas han pedido un mecanismo justo para la distribución de ayuda, como el uso de mensajes de texto para garantizar que cada persona necesitada reciba su parte, evitando así que algunos se aprovechen y vendan la ayuda a precios exorbitantes.
Gaza enfrenta un grave riesgo de hambruna, con niveles alarmantes de desnutrición y muertes por hambre, especialmente entre niños. Las restricciones impuestas y los ataques continúan dificultando el acceso a alimentos y suministros básicos.
La crisis alimentaria ha llevado a reportar al menos 147 muertes por hambre y desnutrición, incluidos 88 niños. Además, hay más de 28,000 casos de desnutrición aguda grave entre menores.