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Greenpeace 'hackea' la sede de la Comisión Europea
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(Foto: Greenpeace)

Greenpeace 'hackea' la sede de la Comisión Europea

viernes 11 de septiembre de 2020, 20:06h

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Activistas de Greenpeace han escalado la sede de la Comisión Europea en Bruselas para colgar en su fachada una pancarta de 30 metros, con un trampantojo mostrando la Amazonia en llamas bajo el mensaje: “Incendios del Amazonas – Europa culpable”. Los activistas también utilizaron máquinas de humo y cenizas falsas para simular la actual situación de la selva amazónica, cuya temporada de incendios parece que será peor que la de 2019.

El consumo europeo de productos que impulsan la deforestación "convierte a la UE en cómplice de estos incendios y de otras formas de destruir los bosques". La Comisión Europea está considerando elaborar una nueva ley para reducir la contribución de Europa a la deforestación, por lo que Greenpeace se ha unido a más de 100 organizaciones medioambientales y de justicia social para exigir que los productos de la destrucción de los bosques se mantengan fuera del mercado de la UE.

“Aunque los incendios de la Amazonia pueden parecer algo lejano, desde Europa estamos echando leña al fuego. Al comprar carne, soja para piensos y otros productos de las zonas deforestadas, Europa es cómplice de la destrucción de la Amazonia y otros ecosistemas, lo que provoca más cambio climático y nos expone a pandemias como la Covid-19. Los europeos deberíamos poder ir a la compra sin correr el riesgo de estar comprando productos relacionados con la destrucción de los bosques o con los abusos de los derechos humanos. Necesitamos una legislación europea fuerte para garantizarlo”, ha declarado Miguel Ángel Soto, portavoz de la Campaña de Bosques de Greenpeace.

A pesar de las advertencias de la necesidad de proteger y restaurar los bosques, el planeta está perdiendo una superficie de bosque similar a un campo de fútbol cada 2 segundos. La expansión agrícola es responsable del 80% de la destrucción de los bosques en todo el mundo, con la soja, la carne de vacuno y el aceite de palma como principales inductores de esta destrucción.

La Unión Europea es responsable de más del 10% de la deforestación mundial a través de su consumo de productos básicos como la carne, los productos lácteos, la soja para la alimentación animal, el aceite de palma, el cacao y el papel. En 2014, la UE fue responsable del 41% de las importaciones mundiales de carne de vacuno, el 25% del aceite de palma y el 15% de la soja (principalmente para la alimentación animal). Dentro de las importaciones de soja y aceite de palma, el mercado Español destaca entre los países de la UE.

Tras años de espera, la Comisión Europea ha prometido finalmente, en su Estrategia de Biodiversidad, elaborar una nueva legislación que haga frente frente al impacto destructivo del consumo de estas materias primas por parte de la UE. La Comisión ha abierto una consulta pública en la que se pregunta qué medidas deben adoptarse para reducir la contribución de Europa a la destrucción de los bosques.

Greenpeace pide una ley fuerte de la UE para asegurar que nada de lo que se venda en Europa esté vinculado a la destrucción de bosques y ecosistemas o a abusos de los derechos humanos relacionados con ellos, ya que las medidas voluntarias y las promesas de las empresas han fracasado hasta ahora.

Greenpeace también pide a los gobiernos europeos que rechacen el acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur, que aceleraría la destrucción del Amazonas y otros ecosistemas en Sudamérica.

La protección de los bosques es crucial en la lucha contra el colapso climático, ya que la deforestación representa más de una décima parte de las emisiones mundiales de carbono, pero también es esencial para prevenir nuevas pandemias.

Las Naciones Unidas y la OMS han advertido que las futuras pandemias similares a la del Covid-19 deben prevenirse abordando el origen de los brotes: la destrucción de la naturaleza. Un nuevo estudio publicado en la revista Nature ha encontrado que las ratas, murciélagos y otros animales que portan y transmiten virus peligrosos prosperan en zonas donde los humanos han destruido los bosques y otros ecosistemas.

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