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Stop a la minería marina de profundidad

Stop a la minería marina de profundidad

jueves 08 de abril de 2021, 10:00h

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Activistas a bordo del icónico barco Rainbow Warrior de Greenpeace han realizado la primera acción en alta mar contra una de las empresas que se preparan para minar el lecho marino del océano Pacífico. Los activistas han desplegado una pancarta con el mensaje “Stop a la minería marina de profundidad (Stop Deep Sea Mining)” frente a un barco fletado por DeepGreen, una de las empresas que encabeza la minería marina en aguas profundas y sobre ecosistemas apenas conocidos.

Paralelamente se ha llevado a cabo una segunda protesta pacífica en el puerto de San Diego en Estados Unidos, donde activistas de Greenpeace desplegaron una pancarta de “Stop a la minería marina de profundidad” dirigida al barco fletado por otra empresa líder en minería de aguas profundas, Global Sea Mineral Resources (GSR), de Bélgica. Este barco lleva un robot de minería pre-prototipo para realizar tests de pruebas este mes de abril a profundidades de más de 4.000 m en el fondo marino de las aguas internacionales del océano Pacífico.

Ambas protestas señalan los riesgos de esta incipiente industria extractiva que está avanzando rápidamente en sus actividades de exploración y desarrollando tecnologías en aguas profundas para así hacerla viable comercialmente. El fondo marino es uno de los ecosistemas menos comprendidos y menos explorados de la Tierra, que alberga una importante biodiversidad y también actúa como sumidero de carbono.

Ya se están sumergiendo máquinas que pesan más que una ballena jorobada (unos 30.000 kg) para realizar pruebas en el fondo del océano Pacífico. La comunidad científica ha advertido repetidamente que la minería en aguas profundas tendrá consecuencias terribles para los ecosistemas oceánicos que apenas entendemos. Con el empeoramiento de las crisis climática y de biodiversidad a las que nos enfrentamos, la minería submarina es una amenaza escandalosa para la salud de nuestros océanos. El fondo marino debe permanecer fuera de los límites de la minería“, ha declarado Pilar Marcos, bióloga marina y responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace.

La semana pasada, empresas como BMW, Volvo, Google y Samsung se comprometieron a excluir el uso de minerales extraídos del océano en un duro golpe para este emergente negocio.

La industria de la minería submarina está dominada por un puñado de empresas con sede en el hemisferio norte. El año pasado, una investigación de Greenpeace reveló que a través de subsidiarias, subcontratistas y asociaciones, tres corporaciones (DeepGreen, GSR y Lockheed Martin) han tomado el control de los contratos de minería en aguas profundas que cubren medio millón de kilómetros cuadrados del lecho marino internacional en el Pacífico.

Mientras tanto, los escasos Estados insulares en vías de desarrollo que patrocinan estos contratos de exploración están expuestos a importantes pasivos financieros, que se suman a los impactos de la sobrepesca, la contaminación y la emergencia climática.

Victor Pickering, un activista de Fiji a bordo del Rainbow Warrior, ha desplegado una pancarta que dice “¡Nuestro Pacífico, no el vuestro para destruir!” y ha declarado: “El océano proporciona alimento a nuestras familias y nos conecta a todas las islas del Pacífico de una isla a otra. Estoy participando en esta acción porque nuestra gente, nuestra tierra, ya se enfrenta a graves amenazas como tormentas extremas, el aumento del nivel del mar, la contaminación por plásticos y poblaciones de peces agotadas comercialmente. No puedo quedarme en silencio y ver otro peligro, la minería en aguas profundas, que nos roba el futuro“.

Muchas asociaciones civiles del Pacífico, líderes tradicionales y religiosos y activistas de base se enfrentan con vehemencia a la minería submarina y han estado mostrando su oposición durante mucho tiempo. Los Estados insulares del Pacífico, incluidos Fiji, Papúa Nueva Guinea y Vanuatu, han expresado su rechazo a esta actividad extractiva por representar una amenaza para el medio ambiente.

Los Gobiernos deben acordar un Tratado Global de los Océanos en 2021 que ponga la conservación en el centro de la gobernanza internacional en lugar de la explotación de los recursos. Cuanto más perturbamos el lecho marino, más nos ponemos en riesgo, especialmente a las comunidades de las islas del Pacífico que dependen de océanos sanos”, subraya Marcos.

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